Lectura y escritura

 

Asentando las bases para aprender a leer: un viaje que empieza mucho antes del abecedario

El aprendizaje de la lectura y la escritura no comienza cuando los niños abren su primer libro o reconocen sus primeras letras. Mucho antes de eso, ya están construyendo los cimientos que les permitirán disfrutar y comprender el lenguaje escrito. En Educación Infantil trabajamos estos prerrequisitos de manera natural, a través del juego, la conversación, el movimiento y la exploración del entorno.

Entre los aspectos más importantes se encuentra el desarrollo del lenguaje oral: ampliar vocabulario, conversar, escuchar cuentos, describir lo que ven y sienten… Todo ello fortalece la comprensión, la atención y la capacidad de expresión, habilidades fundamentales para un aprendizaje lector sólido. Además, actividades como clasificar objetos, reconocer formas, seguir secuencias o trabajar la direccionalidad ayudan a organizar el pensamiento y preparan a los niños para orientarse en el espacio de la página escrita.



Conciencia fonológica: jugar con los sonidos para aprender a leer

Uno de los pilares más importantes de este proceso es la conciencia fonológica, es decir, la habilidad de escuchar y manipular los sonidos del lenguaje. A través de juegos sencillos —rimas, palmadas por sílabas, adivinar qué palabra empieza igual, discriminar sonidos del entorno— los niños descubren que el lenguaje está formado por partes pequeñas que se combinan para formar palabras.

Más adelante, este “oído lector” les permitirá relacionar esos sonidos con las letras y así abrir la puerta a la lectura y la escritura de manera más segura, fluida y natural.








El placer de leer: solos, acompañados y siempre desde la emoción

Además de preparar la mente, es esencial preparar el corazón. La lectura debe vivirse como una experiencia placentera, cercana y emocional. Ofrecer momentos para mirar libros libremente, explorar imágenes, jugar a “leer” historias inventadas o compartir cuentos en compañía de un adulto hace que los niños asocien los libros con calma, disfrute y vínculo afectivo.

Leer en compañía crea recuerdos y despierta curiosidad; leer solos les permite imaginar, observar con detalle y sentirse competentes. Ambas experiencias son valiosas y complementarias, y ayudan a que los niños crezcan como lectores motivados, seguros y felices.









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